Son
las 08.30 de la mañana del 25 de septiembre de 2012 en Barcelona, en
las no muy frías aguas del Mediterráneo catalán. Las grúas del puerto
están quietas, inmóviles. No se mueve una sola máquina en toda la
terminal. Los trabajadores están reunidos en asamblea. En el mismo
instante, esta situación se reproduce con exactitud en la práctica
totalidad de los puertos de Europa, desde España hasta Suecia. ¿El
motivo? La solidaridad con los estibadores portugueses, que llevan meses
enfrentados a su gobierno y a las medidas draconianas que la Unión
Europea trata de imponer a la población. Portugal se ha convertido en un
banco de pruebas de lo que bien podría ocurrir en otros países europeos
en práctica situación de “rescate”: despidos masivos de aquellos
trabajadores que aún conservan un mínimo estatus laboral y su
sustitución efectiva por empleados precarios.
De
ahí que miles de estibadores de toda Europa mantuvieran el 25 de
septiembre pasado un paro de una hora para reunirse y hablar, para
analizar de qué manera podemos responder a este nuevo ataque a una de
las escasas profesiones que ha logrado organizarse sindicalmente más
allá de las fronteras estatales. Ya en los años 2003 y 2006, los
estibadores tuvimos que echarnos a las calles para proclamar que nadie
iba a decidir nuestro futuro sin contar con nosotros, que no éramos
piezas usadas de ningún viejo rompecabezas. El futuro –y en la estiba el
futuro es la automatización de las terminales- se va a escribir, de
acuerdo, pero se hará respetando a los trabajadores y a sus familias,
protegiendo los derechos adquiridos tras años de luchas durísimas,
invirtiendo en seguridad y prevención, creando puestos de trabajo
estables y fomentando la formación continua de los trabajadores. Y eso
también ocurrirá en Portugal.
En
el año 2000, tras varios intentos fallidos, los estibadores creamos el
IDC, el sindicato internacional que aglutina a las organizaciones
estibadoras de buena parte del mundo. Entre los sindicatos fundadores,
destacaron con especial entusiasmo nuestros hermanos portugueses,
quienes desde el primer momento dieron muestras sobradas de ser
conscientes de que sólo desde la solidaridad internacional podremos
derrotar los constantes ataques –locales o globales- que sufrimos los
trabajadores. Nuestra lógica es clara y se resume en una frase que se ha
convertido en nuestro lema: “Nunca más caminaremos solos”.
Desde
el IDC hemos seguido con especial atención la lucha de nuestros
compañeros portugueses por proteger sus puestos de trabajo y evitar una
reforma de la Ley de Puertos que les arrojaría a la precariedad. Ya en
agosto lograron articular duras acciones en todos los puertos lusos, no
sólo con la participación de los estibadores, sino de todos los agentes
implicados en este sector, algo que no siempre es fácil en un contexto
de crisis y de miedo a posibles represalias. Sin embargo, el Frente de
Sindicatos erigido por los trabajadores no ha obtenido más que vagas
promesas del Gobierno, pese a las múltiples peticiones de diálogo
formuladas.
A
esta complicada situación en Portugal, donde la conflictividad sigue
latente, hay que sumar el Dictamen que la Unión Europea ha emitido
recientemente sobre la estiba española y que cuestiona un modelo de
plantillas de rotación que durante décadas ha funcionado con más que
notable éxito. El sindicato Coordinadora, que representa a más del 85%
de los estibadores españoles y es una de los ejes sobre los que gira el
IDC, ya se ha aprestado a la defensa de sus pilares básicos: unidad,
rotación y profesionalidad. Por el momento, se apuesta por el diálogo
con empresas y Gobierno para tratar de defender el modelo conjuntamente,
pero si esta voluntad de diálogo fracasa, los estibadores no dudaremos
ni un solo instante en movilizarnos hasta las últimas consecuencias. Y
sabemos que, en esta lucha, contaremos con el apoyo de todos nuestros
compañeros europeos, como se puso de manifiesto en la última reunión del
IDC europeo, celebrada en París el pasado 23 de octubre.
Nunca
dejaremos que el futuro de nuestra profesión dependa de los lobbys de
poder que se mueven como pez en el agua por las instituciones europeas.
Nosotros somos trabajadores. No especuladores. Y por eso defenderemos la
economía real junto a aquellos empresarios y políticos que así lo
entiendan. A fin de cuentas, sólo desde esta apuesta por la economía
real lograremos sentar las bases para que Europa supere una crisis que
se originó en el excesivo poder de unas elites financieras carentes de
escrúpulos. Los estibadores nunca nos rendiremos. Ni en España, ni en
Portugal, ni en ningún sitio.
Jordi Aragunde
Responsable de la Zona Catalano-Balear
Coordinadora Estatal de Trabajadores del Marcoordinadora
OBRIGADO COMPANHEIROS
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